sábado, 24 de octubre de 2015

Me he quitao


No hay más que echarle un vistazo al archivo de este blog para constatar que, durante los dos primeros años de andadura de MNBC, íbamos a un montón de carreras, rutas organizadas, o como quiera llamárselas. Yo prefiero llamarlas carreras, porque,  aunque la mayoría no lo son y, de hecho, en las bases se especifica que es prueba "no competitiva", nada más lejos de la realidad. El ambiente que se respira cuando dos mil bikers están apelotonados detrás de la pancarta de salida, esperando a que se dé la idem, es que, será todo lo no competitiva que quieras, pero "m... el último". Y además, la organización se preocupa muy mucho publicar clasificaciones y tiempos, que hacen que el ego de alguno quede bastante perjudicado.

A lo que iba. Que todo tiene su momento, y yo, personalmente, he visto que se me ha pasado el arroz de las carreras, mayormente porque ya no las disfruto. Me debo de estar haciendo mayor, pero he llegado a un punto en el que solo veo los inconvenientes:
  1. Cuestan dinero. A veces más de lo que vale lo que te dan a cambio (he estado en carreras donde se quedaron sin agua en los avituallamientos). Al final, las carreras las organizan empresas con ánimo de lucro, cuyo objetivo es ganar pasta. ¡Y no pasa náááá...!, pero serlo, lo son (empresas con ánimo de lucro).
  2. Las colas que indefectiblemente se forman en algunos puntos del recorrido son indescriptibles. Recuerdo con particular emoción la que se formó en La Marmota, en la Madrid-Segovia de hace un par de años, que estuvo a punto de acabar como el rosario de la aurora...
  3. No se puede prever el tiempo que va a hacer, porque la fecha se fija (como es lógico) con mucha antelación. Si hay riesgo de que caigan chuzos de punta, como sucedió en La Rocosa de hace dos años, caben dos opciones: quedarse prudentemente en casa (como hizo Julio) o arriesgarse y acabar la carrera al borde de la hipotermia y jurando en arameo (como hice yo: arriesgarme, acabar al borde de la hipotermia y jurar en arameo).
  4. Las carreras consumen mucho bono-bici. Suelen ser los domingos, sales muy pronto y llegas muy tarde.
  5. Las carreras atraen a los flipaos como la miel a las moscas. A este espécimen de la fauna biker le dediqué en su día una entrada, así que no haré más comentarios.
  6. En el fragor del combate y con los flipaos metiéndote prisa, es más fácil caerse y dejarse los piños, una costilla o una clavícula. Y si no, que se lo pregunten a Gladihéctor.
  7. No importa cuál sea tu palmarés anterior (o posterior). Como tengas un mal día y, pongamos por caso, te veas obligado a coger el tren de vuelta en Cercedilla en una Madrid-Segovia, siempre serás (la gente es así de mala) el que se dio la vuelta en Cercedilla, aunque hayas llegado a Segovia cuarenta veces y hayas hecho el Duatlón de la Tubería sin oxígeno.
  8. En las carreras, los bikers se transforman. Se da una especie de fenómeno Dr. Jekyll y Mr. Hyde que hace que los amigos dejen de serlo e incluso aprovechen que estás despistado en un avituallamiento para salir pitando sin que te des cuenta, dejarte tirado y restregarte durante semanas que han llegado a meta antes que tú.
  9. Etc.
Por todo lo anteriormente apuntado, en 2014 solo fui a la Madrid-Segovia y a Riaza; y este año, solo a la Madrid-Segovia, de infeliz memoria, porque al no pasar por La Fuenfría, fue mucho más fea y desmesuradamente dura. Así que ahora, cuando me preguntan si voy a ir a no sé qué carrera, respondo de manera invariable: "Me he quitao".

Todo sea que, con la crisis de los cincuenta, me entre la melancolía, me venga a la cabeza el "Me cuesta tanto olvidarte" de Mecano y me vuelva a apuntar a una carrera. Yo creo que no..., pero ¿y if yes?



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