miércoles, 29 de agosto de 2012

Segovia: a la tercera va la vencida

Condiciones meteorológicas impidiéndonos llegar a Segovia
La primera vez nos lo impidieron las condiciones climatológicas, la segunda vez, imprevistos personales... Esta vez no se divisan problemas en el horizonte: cruzamos los dedos y esperamos que, efectivamente, a la tercera vaya la vencida.

Vamos a ser prudentes, no obstante, y por ello hemos decidido hacer una primera aproximación desde Cercedilla, como paso previo a nuestro verdadero objetivo: conseguir llegar a Segovia desde Madrid por el Camino de Santiago antes de que concluya el presente año. Animamos, pues, desde MNBC, a todos los bikers que tengan una mínima forma a acompañarnos en esta rutita que lo tiene todo y en la que lo más difícil va a ser el madrugón para coger el tren a tempraneras horas. La ruta discurre en su primer tramo por los espectaculares parajes del puerto de la Fuenfría: si el día está despejado, la vista desde los miradores de los poetas no tiene precio. Como en una entrada reciente hablo de la Fuenfría y tengo colgado el track que gentilmente nos pasó Eduardo, solo quiero añadir que es un puerto muy tendido (el que suscribe, que no es Valverde ni el Purito Rodríguez, lo sube con plato mediano sin excesivos problemas) de menos de quince kilómetros. Los veinticinco kilómetros restantes, hasta los cuarenta que completan esta ruta, son de bajada por los montes de Valsaín, bellísimos también, y de camino llano hasta llegar a Segovia. Ruta ideal, por tanto, para que los remolones que llevan todo el verano sin tocar la bici (o tocándola poco) empiecen a recuperar la forma perdida...

Ahí va el cartel oficial:



Como siempre, agradeceremos que los que vayáis a venir que nos enviéis un correíto a mnbikersclub@gmail.com para contar con vosotros.

sábado, 25 de agosto de 2012

Nocturna

Gracias a la insistencia de Julio -destacado biker de MNBC-, nuestros amigos de Biketown organizaron una salida nocturna que tuvo lugar ayer, 24 de agosto, y que promete consolidarse como la quedada por antonomasia del final de las vacaciones estivales. Desde luego, de la de ayer sí puede decirse que es de las que hacen afición. Afición a disfrutar de la bici con sensaciones muy distintas a las que se experimentan a plena luz del día y, por supuesto, con una temperatura ideal, a pesar de estar en el tórrido agosto. Es la primera nocturna de un servidor. Desde luego, repetiré y, por supuesto, se lo recomiendo a todo el mundo.


Con las bicicletas provistas de buenos focos, salimos de Biketown hacia las diez de la noche por el Camino de Santiago, donde nos encontramos al Séptimo de caballería (por número de caballos, podrían haberlo sido) disfrutando de un nocturno paseo ecuestre sin luces de ningún tipo: el caballo, a diferencia de la bicicleta, sabe dónde tiene que pisar, también en la oscuridad. Llegada a Valdelatas, sprint especial en alto y parada para contemplar los fuegos artificiales que se veían al fondo, en Colmenar Viejo, que celebra sus fiestas patronales de la Virgen de los Remedios

Llegados a ese punto, se dio por concluido el "calentamiento", media vuelta, y rumbo al monte de El Pardo pegados al muro. La arena, que de día se ve venir, de noche, se ve cuando ya es demasiado tarde y no te queda otra que luchar por salir del bunker sin echar el pie a tierra. Lucha, pues, con la abundante arena formada después de largas semanas sin lluvia. Cruzamos la carretera y seguimos hasta la fuente de Valpalomero, pegados al muro de la Quinta; por el camino, abundante fauna humana: noctámbulos paseantes y algún que otro individuo con pinta un tanto siniestra... Bajada por sendero con algún paso trialero que, como la arena, lo ves cuando ya lo tienes encima (más bien debajo). De la fauna animal, yo no llegué a ver nada (éramos un buen grupo, con mucha luz, con lo que difícilmente íbamos a sorprender a ningún jabalí desprevenido), pero sí a escuchar mucho movimiento a nuestro paso; esa es otra cosa que tiene la noche: un silencio muy especial que realza cualquier ruido. 

Una vez abajo, decidimos volver pegados al río hasta el club deportivo Somontes y después hasta la Quinta por uno de los senderos paralelos a la carretera. Subida, vuelta a cruzar la carretera de El Pardo, bajada, tramito de carretera... Biketown. 

Doce y veinte de la noche, algo más de veintiséis kilómetros de marcha nocturna, satisfacción y el regusto de la gozada que supone pedalear de noche por los senderos mágicos del monte de El Pardo.




¡Enhorabuena a los organizadores! Y espero que esta nocturna haya creado un precedente. Yo lo tengo claro: ¡no me pierdo la próxima!







domingo, 19 de agosto de 2012

Tierra de Campos, tierra de bikers



Al fondo, el palomar típico de Tierra de Campos

Como ya adelanté en una entrada anterior, estoy pasando unos días en un pueblo de la Castilla profunda; en Tierra de Campos, para más datos; en la provincia de León, para más señas; en un pueblo del Camino de Santiago de Madrid cercano a Sahagún de Campos, por dar más pistas; en Arenillas de Valderaduey, para ser exactos.

 
Arenillas de Valderaduey es -en contra de lo que pudiera parecer a primera vista- un lugar privilegiado para la práctica del MTB y cuna de bikers aficionados de muy alto nivel. Desde tiempo inmemorial, se celebra en este precioso pueblecito una prueba ciclista poco conocida, pero muy popular entre los ciclistas locales: la “Villacreces Extreme Race”. Se trata de una competición no oficial que se disputan los jóvenes del pueblo y visitantes, durante las fiestas de la Asunción de la Virgen, y cuyo recorrido discurre entre Arenillas y Villacreces, un pueblo abandonado de la provincia de Valladolid del que solo queda en pie la impresionante torre mudéjar del siglo XVI de la que fue su iglesia parroquial.

La Tierra de Campos ofrece un veraneo alternativo al de playa y chiringuito que, personalmente, prefiero. La paz de la meseta castellana, la hospitalidad austera y cordial de sus gentes, el buen llantar regado con vinos recios, una historia milenaria, el abundantísimo arte que esta lleva aparejado… y un sorprendente entorno natural que he ido descubriendo a golpe de pedal.


Ciertamente, la Tierra de Campos no es lugar para forjar escaladores, a no ser que nos desplacemos hasta la Montaña Palentina; pero en la zona de Arenillas se pueden hacer larguísimas rutas sin grandes desniveles, a medias de veintimuchos y cambiando de provincia (León, Valladolid, Palencia) como quien se cambia de maillot. Nunca en mi vida había visto desde mi bicicleta tantas aves rapaces, de todo tipo y tamaño (cernícalos, aguiluchos…), aparte de las enormes avutardas, perdices, codornices, conejos, liebres… y hasta un corzo despistado que no oyó la bici que se le echaba encima hasta que me tuvo a pocos metros. Tierra de caza y también tierra de pesca, con dos ríos, el Cea y el Valderaduey, de riberas increíbles donde la sombra alivia al biker bajando varios grados el rigor del sol que azota los inmensos terrenos de cultivo. Y, en cualquier caso, un calor mucho más llevadero que el madrileño: jersey al anochecer y también “de par de mañana”.

En pocos días volveré a la brega madrileña con muchos kilómetros de Tierra de Campos en las piernas y con la imagen de esta bellísima tierra en las pupilas. Y con el gusanillo ya metido de hacer en bicicleta el Camino de Santiago de Madrid. A ver si convenzo a “la jefa”…


Grajal de Campos: último pueblo del Camino de Santiago de Madrid
antes de entroncar con el Camino francés en Sahagún de Campos


miércoles, 8 de agosto de 2012

De par de mañana

El que haya vivido en Navarra conocerá, sin duda, la expresión "de par de mañana". Al que suscribe -que ha vivido en Pamplona quince añitos- escucharla le produce una cierta nostalgia y le hace recordar la maravillosa variedad de aquellas tierras tan queridas (desde el verdor de las hayas de la selva del Irati hasta la belleza lunar de las Bardenas Reales) donde se inició en la práctica del MTB, hace más de veinte años. Y le hace recordar a Andrés, el biker que le introdujo en este apasionante deporte, y al que la imprudencia de un conductor dejó postrado en una silla de ruedas, "muy malico", hace ya dieciséis años. Pero bueno, la de mi amigo Andrés es otra historia de la que quizá hable más adelante en otra entrada.

A lo que iba: la semana pasada, algunos bikers de MNBC hicimos de la necesidad virtud y salimos "de par de mañana", muy "tempranico" (sí, el "-ico" es también muy navarro)... ¡¡¡a las 7:00 h.!!! El caso es que yo tenía asuntos que resolver a media mañana y le propuse a mi amigo Héctor que salieramos a las siete. Reproduzco el diálogo (aproximado):


-Bueno, ¿qué?, habrá que salir mañana, ¿no?
-Sí, claro, ya tengo mono -me contestó Héctor.
-Tengo asuntos que resolver a media mañana; me tendría que ir de casa a las diez como tarde... ¿Quedamos a las siete?
-Perfecto.
-Muy bien, así aprovecho para hacer antes unas compras...
-Siete de-la-mañana -dijo Héctor, enfatizando el "de-la-mañana".
-Eh... Bueno, poj vale... La verdad es que, cuando voy a trabajar, por ahí me levanto... 

Dicho y hecho. Y repetimos un par de días después con Julio, que preguntaba si se nos había ido la pinza. ¡¡¡Qué gozada!!!: vimos el sol salir desde nuestras bicicletas, temperatura perfecta (la tierra todavía despide el frescor de la noche) y, a las nueve, "de par de mañana", ya está uno duchadico, endorfinadico y dispuesto a lo que haga falta. Es una pena que en invierno no haya luz, porque sería una opción interesante para -de cuando en vez- enfrentarse mejor dispuesto a una estresante jornada de trabajo.

Recomiendo, pues, la salida "de par de mañana". Si no tenemos en cuenta el madrugón, ¡todo ventajas! Y como suelo decir, el madrugón siempre es relativo: depende de la hora a la que uno se acueste. Evidente.


jueves, 2 de agosto de 2012

La Fuenfría

No sé qué tiene la Fuenfría, pero es un puertecito que nos encanta a los bikers que vivimos en Madrid (y seguro que a muchos de fuera de Madrid, aunque no lo tienen tan a mano). El caso es que hace un par de días me encontré con Eduardo (un biker de raza que, como ya he contado, se ha incorporado recientemente a las salidas de MNBC y tiene la gentileza de pasarnos los tracks de las rutas que hacemos juntos) y, hablando, hablando, llegamos a la conclusión de que habíamos subido la Fuenfría el mismo día, pero con unas horas de diferencia (¡¡qué casualidad!!). 

El que suscribe, con Jesús y Javi en la cumbre del puerto de la Fuenfría
Yo subí con dos amiguetes bikers (Jesús y Javi), a eso de la una de la tarde, desde Cercedilla; comimos unos bocatas arriba, y como hacía algo de frío arriba (sí, ¡frío!, un 27 de julio: ya saben los madrileños que no recuerden qué es eso del frío a dónde tienen que ir...), nos fuimos de arriba sin entretenernos demasiado; lo que tardamos más de una hora en subir lo bajamos en veinte minutos mal contados. Cuando llegamos abajo, tormentón. En esos momentos (esto lo supe después), Eduardo estaba metido en su coche esperando a que escampara; y en cuanto escampó,  a dar pedales Fuenfría arriba. 

Eduardo, que, como digo, es un biker de raza, aprovechó un hueco de cuatro horas que le dejaron sus compromisos familiares y profesionales para coger el coche, plantarse en Cercedilla, subir la Fuenfría, bajar la Fuenfría, vuelta a Madrid, ducha y como nuevo. Es lo que tiene la sierra de Madrid: en cuatro horas (incluso si te desplazas en tren de cercanías) puedes subir con la bici a 1.800 metros, disfrutar de un paisaje espectacular en un entorno natural de primera y volver a la brega en la gran ciudad más suave que una estera.

Eduardo me ha pasado también esta vez el track de su Fuenfría. Nuestra Fuenfría empezó por el camino Puricelli (lo recomiendo: evitas carretera, es muy bonito y muy fresco en verano). Por lo demás, todo igual. 

Gracias, Eduardo, y a ver si coincidimos en la próxima Fuenfría.