sábado, 25 de agosto de 2012

Nocturna

Gracias a la insistencia de Julio -destacado biker de MNBC-, nuestros amigos de Biketown organizaron una salida nocturna que tuvo lugar ayer, 24 de agosto, y que promete consolidarse como la quedada por antonomasia del final de las vacaciones estivales. Desde luego, de la de ayer sí puede decirse que es de las que hacen afición. Afición a disfrutar de la bici con sensaciones muy distintas a las que se experimentan a plena luz del día y, por supuesto, con una temperatura ideal, a pesar de estar en el tórrido agosto. Es la primera nocturna de un servidor. Desde luego, repetiré y, por supuesto, se lo recomiendo a todo el mundo.


Con las bicicletas provistas de buenos focos, salimos de Biketown hacia las diez de la noche por el Camino de Santiago, donde nos encontramos al Séptimo de caballería (por número de caballos, podrían haberlo sido) disfrutando de un nocturno paseo ecuestre sin luces de ningún tipo: el caballo, a diferencia de la bicicleta, sabe dónde tiene que pisar, también en la oscuridad. Llegada a Valdelatas, sprint especial en alto y parada para contemplar los fuegos artificiales que se veían al fondo, en Colmenar Viejo, que celebra sus fiestas patronales de la Virgen de los Remedios

Llegados a ese punto, se dio por concluido el "calentamiento", media vuelta, y rumbo al monte de El Pardo pegados al muro. La arena, que de día se ve venir, de noche, se ve cuando ya es demasiado tarde y no te queda otra que luchar por salir del bunker sin echar el pie a tierra. Lucha, pues, con la abundante arena formada después de largas semanas sin lluvia. Cruzamos la carretera y seguimos hasta la fuente de Valpalomero, pegados al muro de la Quinta; por el camino, abundante fauna humana: noctámbulos paseantes y algún que otro individuo con pinta un tanto siniestra... Bajada por sendero con algún paso trialero que, como la arena, lo ves cuando ya lo tienes encima (más bien debajo). De la fauna animal, yo no llegué a ver nada (éramos un buen grupo, con mucha luz, con lo que difícilmente íbamos a sorprender a ningún jabalí desprevenido), pero sí a escuchar mucho movimiento a nuestro paso; esa es otra cosa que tiene la noche: un silencio muy especial que realza cualquier ruido. 

Una vez abajo, decidimos volver pegados al río hasta el club deportivo Somontes y después hasta la Quinta por uno de los senderos paralelos a la carretera. Subida, vuelta a cruzar la carretera de El Pardo, bajada, tramito de carretera... Biketown. 

Doce y veinte de la noche, algo más de veintiséis kilómetros de marcha nocturna, satisfacción y el regusto de la gozada que supone pedalear de noche por los senderos mágicos del monte de El Pardo.




¡Enhorabuena a los organizadores! Y espero que esta nocturna haya creado un precedente. Yo lo tengo claro: ¡no me pierdo la próxima!







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