sábado, 24 de agosto de 2013

El criptobiker

En alguna ocasión hemos dedicado este espacio a hablar de alguno de los múltiples especímenes que uno se puede encontrar en este apasionante mundo del MTB. Alguna vez los hemos mencionado de pasada (el osobiker, el cansinobiker) y a alguno le hemos dedicado una entrada de manera exclusiva (el ciberbiker, el biker de secano). Como en muchos de los mensajes que nos llegan se nos pide que abordemos este asunto, en el consejo de redacción del blog de MNBC hemos decidido seguir tratando este tema con una cierta periodicidad. La fauna es abundante, con lo que la cosa dará para unas cuantas entradas. Hoy vamos a hablar del criptobiker.

Recuerdo que en mis años mozos (muy mozos, casi infantiles) tenía un compañero de clase al que cada vez que le preguntábamos antes de un examen algo sobre la materia que entraba solía respondernos "No sé, no estudié". En el examen siempre sacaba diez, el cabrón; de lo que dedujimos que estudiaba como tal. Excuso decir que en el colegio empezó a ser conocido como Nosé Nostudié.

El criptobiker tiene un perfil similar. Cuando uno sale a montar en bicicleta con un criptobiker, este siempre hace, de manera inexorable, un comentario de este tenor: "Jo tíos, llevo un montón de tiempo sin coger la bici... A ver si no os cebáis". Ya en las primeras rampas el criptobiker se aplica a fondo, abre un hueco significativo con el pelotón (en el que todos van echando el bofe) y te espera arriba con una sonrisilla (asquerosa) y un comentario del siguiente tenor: "Bueno tíos, ya se ve que el que tuvo retuvo". El resto de bikers (que, por supuesto, no se creen nada) empiezan a pensar que menudo capullo, que cuantos kilómetros te habrás metido entre pecho y espalda en el último mes, pedazo de c..., etc, etc. 

El criptobiker jamás reconocerá que sale todo lo que puede, que tiene un rodillo debajo de la cama y que pedalea hora y media todas las noches mientras ve telebasura, que está siguiendo un severísimo régimen... El criptobiker evita rutas transitadas para que nadie sepa que entrena tanto como estudiaba Nosé Nostudié, y, en casos extremos, va embozado y camufla la bicicleta para que no le reconozcan; bueno, esos ya son casos de criptobikerismo muy radical que requeriría ser tratado por un especialista, pero haberlos, haylos.

Y es que así somos. Nos puede el orgullillo y nos cuesta reconocer que no somos superhombres y que en este deporte el que hace muchos kilómetros va muy bien, el que hace bastantes kilómetros va bastante bien y el que hace pocos kilómetros va... ¡como puede! Pues eso.






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