sábado, 9 de marzo de 2013

Bikers de secano


Con el paso de los años, al que suscribe, la lluvia le gusta verla, cada vez más, desde la ventana. Infancia y juventud en la franja norte de España supusieron una abundante ración de lluvia asociada a la práctica deportiva; suficiente lluvia como para que a uno se le hayan quitado las ganas de mojaduras intempestivas que acaban en catarros indeseados.

Por primera vez en mucho tiempo, la lluvia ha dado al traste con dos salidas de MNBC en un plazo de dos semanas, cosa infrecuente, incluso durante el invierno. Y es que en Madrid tampoco llueve tanto y no es habitual que uno tenga que renunciar a una salida de MTB por la lluvia. Pero últimamente parece que la excepción está confirmando la regla y dando la razón a los oso-bikers (aquellos que optan por invernar y aparcar la bici hasta la primavera).

Si denominamos biker de secano al que solo sale si no llueve, el que suscribe tiene que admitir que, con el tiempo, se ha convertido en un recalcitrante biker de secano. La edad cambia a las personas y lo que gustaba en la juventud deja de gustar en la madurez. Para muestra un botón: esta mañana he vuelto a constatar que el entusiasmo con el que iba a los centros comerciales en mis años mozos se ha convertido en profunda aversión. Ya solo voy "por imperativo legal" (conyugal) y si no me queda otra.

Mañana salimos. Soto de Viñuelas. Las previsiones no son demasiado halagüeñas, pero habrá que esperar a ver cómo amanece el día. Crucemos los dedos. Porque si llueve, ajo y agua. Valga la redundancia.






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